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Astrología, ¿conocimiento ancestral o superchería?


¿Qué puede haber de verdad en la influencia de constelaciones y planetas en nuestra constitución física y psíquica?


He de comenzar aclarando que cuando hablo de astrología no me refiero al típico horóscopo de bolsillo, que nos cuenta el día nefasto o maravilloso que vamos a tener y el chico guapo que hoy nos va a hacer ojitos. Sinceramente en estos casos, cuando funciona creo que se trata más bien de la típica profecía autocumplida. La creencia de quien lee el horóscopo está afectando directamente en el diseño de su experiencia vital ese día y va a terminar fabricándose un día a la medida de sus expectativas, lo que no prueba que los astros puedan llegar a tal nivel de detalles, más bien prueba que somos creadores de nuestra realidad y necesitamos catalizadores para hacerlo.


De la que quiero hablar en este blog es de la otra astrología, de la que mide el nivel de influencia de los elementos existentes en el cosmos sobre la configuración del otros componentes de ese mismo universo. Esa que fue ciencia antaño y que solo a raíz de una bula papal por parte de Urbano VIII en 1586, fue condenada oficialmente y a raiz de una segunda bula papal en 1631 fue considerada herética.


Después de analizar con detalle este tema, he llegado a la conclusión de que con el rechazo total a la posibilidad de que la distribución de los astros tengan alguna influencia en nuestra vida y entorno, hemos perdido en cuanto a conocimiento de nuestra realidad.


Intentaré explicarme:


Hoy leía “La mente nueva del emperador” de Roger Penrose, hay que decir en honor a la verdad, que es un libro interesante pero que, al menos para mí, resulta endiabladamente complicado.


El caso es que encontré un párrafo que me parece digno de reflexión. Lo copio aquí en negrita para analizarlo detenidamente:


El conjunto de Mandelbrot proporciona un ejemplo sorprendente. Su estructura maravillosamente elaborada no fue la invención de ninguna persona, ni el diseño de un equipo de matemáticos. El propio Benoit Mandelbrot, el matemático polaco-estadounidense (protagonista de la teoría fractal) que primero estudió el conjunto no tenía ninguna concepción previa acerca de la fantástica elaboración inherente al mismo, aunque sabía que estaba en la pista de algo muy interesante. De hecho, cuando empezaron a surgir sus primeras imágenes de computadora, él tuvo la impresión de que las estructuras difusas que estaba viendo eran el resultado de un mal funcionamiento de la computadora (Mandelbrot, 1986).


Sólo más tarde llegó a convencerse de que estaban realmente en el propio conjunto. Además, los detalles completos de la compleja estructura del conjunto de Mandelbrot no pueden ser aprehendidos realmente por ninguno de nosotros, ni pueden ser completamente revelados por una computadora. Parecería que esta estructura no es sólo parte de nuestras mentes sino que tiene una realidad autónoma. Cualquiera que sea el entusiasta matemático o computadora que decida examinar el conjunto, encontrará aproximaciones a la misma estructura matemática fundamental.


No hay ninguna verdadera diferencia que dependa de la computadora que se utilice para hacer los cálculos (siempre que la computadora tenga una precisión suficiente), aparte del hecho de que las diferencias en velocidad y memoria de la computadora, y capacidades de representación gráfica, puedan conducir a diferencias en los detalles finos que saldrán a la luz y en la velocidad con que se produce este detalle. La computadora está siendo utilizada esencialmente de la misma forma en que el físico experimental utiliza un aparato experimental para explorar la estructura del mundo físico. El conjunto de Mandelbrot no es una invención de la mente humana; fue un descubrimiento. Al igual que el Monte Everest, el conjunto de Mandelbrot está ahí.


Con el conjunto de Mandelbrot nos estamos refiriendo a la imagen fractal incluida en alguna entrada anterior de este blog. Añado de nuevo una imagen, a fin de que resulte ilustrativo.


Penrose se refiere en este párrafo a que lo que el ordenador recoge está realmente ahí. A que si las pequeñas variaciones de la figura aparecieran en el mismo tiempo y lugar en ordenadores distintos, dichas variaciones podrían ser achacables a los cálculos realizados por un ordenador u otro, pero si ambos ordenadores realizan la misma figura en un mismo tiempo y lugar y se producen esas pequeñas variaciones en distinto tiempo y lugar, entonces los ordenadores están recogiendo las variaciones existentes en realidad en ese momento.

Ya hemos analizado con anterioridad parte de estos conceptos, pero creo que es necesario traerlos a colación.


¿Qué determina la disposición en la que se estructura la energía?.


Se supone que es el tipo de energía que forma parte de dicha estructuración.


Y ¿Qué determina ese tipo de energía?


También hemos analizado con anterioridad que solo existe un tipo de energía y que es su nivel de vibración el que determina el tipo de partícula en la que se define.Por otra parte, sabemos por la ley de resonancia, que un cuerpo arrastrará en su vibración a los cuerpos que resuenen en la misma frecuencia.Es obvio que cada cuerpo celeste tiene una frecuencia distinta, que depende de su densidad y vibración.


Resulta muy ilustrativo escuchar los distintos sonidos grabados y que ponen sonido a esas vibraciones.


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